CALAMBRES NOCTURNOS DE LAS PIERNAS

En las entradas dedicadas al síndrome de las piernas inquietas (SPI) mencioné en el diagnóstico diferencial los calambres nocturnos de las piernas que es un problema mucho más frecuente que el SPI.

Los calambres nocturnos de las piernas son tan frecuentes que se estima que  están presentes en casi el 50% de las personas por encima de los 50 años y aumenta con la edad pero sólo un 5-10% personas los padecen a diario. Se manifiestan como una sensación de tensión-opresión en el pie, pantorrilla o muslo que dura de unos segundos a varios minutos y que ceden con el estiramiento DEL músculo afectado. Esto aparte de producir dolor interfiere en el descanso nocturno y puede ser causa de insomnio.

Su aparición está relacionada con alteraciones osteomusculares tales como el pie plano, el síndrome de hipermovilidad o deformidades de las piernas como el genu recurvatum. Una vida sedentaria también predispone a los calambres. No es infrecuente en personas que toman diuréticos o durante el embarazo por niveles bajos de magnesio. Hay enfermedades neurológicas donde es más frecuente como en la enfermedad de Parkinson, miopatías, neuropatías, radiculopatías o en la esclerosis lateral amiotrófica. Se ha relacionado con enfermedades metabólicas como la diabetes, la hipoglucemia, el alcoholismo o el hipotiroidismo.

Los medicamentos que se han asociado a los calambre nocturnos son los siguientes:

–          Agonistas beta de larga duración inhalados

–          Beta bloqueantes con actividad simpaticomimética

–          Antagonistas de los receptores de angiotensina II

–          Benzodiazepinas

–          Clofibrato

–          Cisplatina

–          Vincristina

–          Anticonceptivos orales

La exploración física es normal en la mayoría de los casos y a través de la anamnesis se pueden diferenciar las enfermedades con las que se puede confundir:  síndrome de piernas inquietas, contracturas, tetania, distonía, mialgias, síndrome compartimental de las piernas tras el ejercicio, neuropatía periférica o claudicación intermitente vascular o neurógena.

En primer lugar, una vez descartado cualquiera de las enfermedades anteriores o uno de los fármacos que puede provocar los calambres, puede ser  necesario un estudio analítico con iones para descartar un trastorno iónico. En aquellas ocasiones que los calambres sean generalizados es prioritario descartar una hipocalcemia.

El primer paso en el tratamiento son las medidas no farmacológicas: es muy útil los ejercicios de estiramiento muscular que consisten en colocar un pie retrasado a medio metro de la pared y estirar la parte posterior de la pierna con las manos apoyadas en la pared entre 10-20 segundos cada pierna entre 3-4 veces  seguidas y 4 veces al día. En aquellos casos de alteraciones músculo esqueléticas lo deseable es utilizar plantillas para corregir deformidades.

Un pequeño ejercicio físico en personas sedentarias antes de acostarse durante unos minutos puede ser muy útil, tanto pasear como bicicleta estática.

En el momento de presentarse el calambre para obtener alivio es útil estirar el músculo afectado, también es útil aplicar un pequeño masaje sobre el músculo afectado o aplicar frío. La aplicación de agua caliente sobre la zona también produce alivio.

En aquellas situaciones en las que con esto no se solucione puede valorarse el tratamiento farmacológico.

El fármaco más estudiado en los calambres nocturnos ha sido la quinina pero se desaconseja su uso por el riesgo de efectos adversos graves que puede ocurrir en el 2-4 % de los casos (trombocitopenia, arritmias, reacciones de hipersensibildad…), las interacciones con otros fármacos y el escaso beneficio. Debido a esto se han utilizado otros tratamientos con poca evidencia como los suplementos de vitamina B y los bloqueantes de los canales de calcio: diltiazem 30 mg /día y verapamilo 120-180 mg/día a la noche.

Otros medicamentos utilizados y con un beneficio  dudoso han sido: la difenhidramina entre 12.5 y 50 mg a la noche (con efectos anticolinérgicos importantes como los que expuse en la otra entrada), la vitamina E, gabapentina 600 mg a la noche, relajantes musculares,  cloroquina 250 mg a la noche durante dos o tres semanas e hidroxicloroquina 200g durante dos o tres semanas y después semanalmente.

El uso de magnesio ha dado resultados contradictorios en los estudios realizados incluso en embarazadas. De tres estudios con 202 mujeres embarazadas y calambres nocturnos, sólo en uno fue beneficioso el uso de magnesio.

Dos artículos interesantes sobre tratamiento se pueden encontrar en :

1. Treatment of nocturnal leg cramps y

2. La revisión de la Cochrane: Magnesium for skeletal muscle cramps. 

Acerca de Tomás Pérez Concha

Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco. Especialista en Neurología vía MIR. Máster en Medicina Evaluadora y Peritaje médico por la Universitat de Barcelona. Capacitación técnica específica en Neurosonología por la Sociedad Española de Neurología.
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