En las entradas anteriores hemos visto como se realiza el diagnóstico del síndrome de piernas inquietas a través de los criterios clínicos y el diagnóstico diferencial más habitual. Hay que recordar que tras la anamnesis y exploración neurológica se puede sospechar que el SPI es secundario a otra patología lo cual marcará las pruebas complementarias que habrá que solicitar en cada caso. Como mínimo habría que descartar con una analítica una deficiencia de hierro y en todos los pacientes se debería analizar la ferritina. Aquellos pacientes con un déficit de hierro o con niveles bajos o en el límite bajo de la normalidad (dependiendo de los niveles de cada laboratorio) deberían recibir un suplemento por vía oral de hierro. La mejoría en estos casos puede tardar semanas o meses.
Si tras este proceso se llega al diagnóstico del SPI primario y se han descartado una causa secundaria incluído un déficit de hierro, la primera pregunta es valorar si es necesario un tratamiento farmacológico o se pueden controlar los síntomas con medidas no farmacológicas. Esta entrada va a a tratar sobre estas medidas no farmacológicas.
¿Todos los pacientes necesitan tratamiento farmacológico?
No todos los pacientes necesitan tratamiento farmacológicos. Aproximadamente un 20% de los pacientes precisan tratamiento farmacológico según algunos estudios publicados.
Lo primero que hay que hacer es la búsqueda de aquellos hábitos de vida y de sueño que pueden ser modificados para disminuir los síntomas; en segundo lugar, promover actividades que distraigan la mente de los síntomas (como la lectura); en tercer lugar aplicar los mismos principios de higiene de sueño que los que se aplican al insomnio; en cuarto lugar, evitar aquellos fármacos que pueden agravar los síntomas.
Recomendaciones para atenuar los síntomas del SPI
Horario regular del sueño y en condiciones tranquilas y relajantes.
Evitar estar en la cama durante mucho tiempo para evitar los síntomas sensitivos. No utilizar la cama para leer o para ver la televisión. Utilizar la cama para dormir
Ejercicio moderado al final de la tarde. Caminar. Estirar. Técnicas de relajación: yoga o tai-chi.
Evitar el ejercicio intenso y el cansancio.
Evitar el consumo de excitantes: tabaco, refresco con cafeína, café y alcohol antes de ir a dormir.
Evitar comidas pesadas o copiosas a la cena.
Disminuir el consumo de azúcar.
Tomar baños fríos y calientes.
Ocupar la mente con actividades relajanes como leer, crucigramas, sudokus, música relajante antes de ir a la cama.
Control del estrés.
Tratamiento durante una crisis de SPI:
En ocasiones, por un tratamiento insuficiente o por fracaso del mismo pueden aparecer una crisis de SPI. En estas situaciones puede ayudar el realizar unos estiramientos musculares o un pequeño paseo, ejercicios de relajación o masajear las extremidades afectadas.
Fármacos que pueden agravar el síndrome de piernas inquietas:
- Neurolépticos
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Antidepresivos tricíclicos (como la amitriptilina)
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Bloqueantes de los canales de calcio (utilizados como antihipertensivos o profilaxis de migraña)
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Antieméticos (como la metoclopramida pero no la domperidona)
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Consumo excesivo de cafeína (café o colas), te o chocolate. Puedes calcular si tu consumo de cafeína es excesivo en esta página.
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Fenitoína.
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Fluoxetina (inhibidores de la recaptación de serotonina)
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Antihistamínicos
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Mirtazapina y mianserina (antagonistas de 5-HT2a)
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Litio
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Benzodiazepinas
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Consumo excesivo de alcohol en el momento de dormir.
Más información sobre las medidas no farmacológicas las podemos encontrar en:
Libro sobre el Síndrome de Piernas Inquietas. El demonio que me despierta cuando duermo.