Ya he repasado los criterios diagnósticos en el post anterior. En este comentaré el diagnóstico diferencial.
El diagnóstico diferencial del SPI es muy amplio pero en la mayoría de las ocasiones hay que diferenciarlo de la acatisia, de los calambres nocturnos y del disconfort posicional.
La acatisia puede definirse como una sensación subjetiva de intranquilidad acompañada habitualmente de una incapacidad para permanecer quieto que se manifiesta por movimientos repetitivos. Estos movimientos repetitivos puede ser de las extremidades superiores como el golpeteo de los dedos o de las extremidades inferiores como el caminar sin descanso. La realización de cualquiera de estos movimientos mejora la sensación subjetiva de intranquilidad y angustia. Normalmente esta sensación subjetiva es más generalizada y aparece a lo largo de todo el día mientras que en el SPI se circunscribe a las extremidades inferiores y de noche. Se cree la base neuroquímica de la acatisia se debe a un bloqueo de los receptores dopaminérgicos de la via mesocortical.
Los calambres nocturnos se presentan como sensaciones dolorosas en las piernas asociadas a contracciones dolorosas sostenidas de los músculos de las pantorrillas y en estos casos es posible conseguir el alivio con las maniobras de dorsiflexión de los pies que estiran y contraen los músculos.
El disconfort posicional se presenta con dolor en las extremidades sin contracción muscular sostenida con alivio parcial con masaje de las extremidades inferiores.
El resto de causas que pueden entrar en el diagnóstico diferencial se sospecharán en base a la anamnesis y exploración del paciente: neuropatía, radiculopatía, mielopatía, insuficiencia venosa, dolor por artritis o movimientos periódicos por otras causas…